Sé que este no será mi mejor escrito. No será este el texto por el que me conocerán o más resaltarán, pero es que es simplemente un ejercicio con el que busco retomar, reintentar escribir aquellos sentimientos que se me agolpan en el alma y que no saben como escapar. Por decirlo de una manera coloquial, escribir es la válvula de escape que permite modular la presión de todo lo que pasa en mi interior. Hace tanto no escribo solo por escribir, por el gusto de contar ese algo que pasa por mi mente o aquella idea que lleva obsesionándome desde hace rato. Es catártico intentar retomar (aunque torpemente) el ritmo de contar aquello que me hace ser quien soy, eso que quiero dejar plasmado en un escrito y que se convertirá en la memoria colectiva de una persona que vivió, que hizo, que amó, que perdió y que no fue trascendente quizá para nadie.
Este es el ejercicio de mi yo encontrado ya hace rato, el ejercicio de salir de ese bunker en que decidí guardar las partes de mi que han sobrevivido a tantas heridas, a tantos dolores, a tanto llanto. El yo que sigue enamorada del amor y que confía en que vale la pena amar, porque una vida sin amor es vacía, independientemente del resultado, amar siempre vale la pena. En donde está la ranita con complejo de princesa, esperando sentada en la copa de un árbol de manzanas a que alguien tenga el coraje de batallar hasta llegar a ella, no la tonta que le facilita a todos el amarla a costa de sus deseos o de eso que sabe merece. Desde allá, desde ese pedacito de mi corazón están fluyendo estas palabras que no son más que el ejercicio catártico de quien lleva tanto tiempo ahogada, aferrada a lo que este a flote para poder respirar.
Este ejercicio sale desde el pedazo de mi alma en donde frustrada está la persona que tanto me costó construir y que hoy se ve perdida por este personaje que le ha tocado actuar. La parte de mi que se ha resguardado de la rutina de la vida para no morir y que resplendence con la luz de esa estrella interna que se conserva intacta por que nadie ha intentado alcanzarla, nadie ha dañado, nadie ha sabido encontrar. Es liberador escribir desde los pedazos de corazón que sobrevivieron a mi último fracaso y que estoy intentando coser, como uniéndolos sabiendo que el dolor de esa traición desapareció partes mías que no voy a recobrar. Es así como estoy remendando un corazón roto que nunca estará completo.
Este ejercicio fluye desde la parte de mi memoria en donde está en cofres aquellos recuerdos que tanto me lastiman: las humillaciones, los abusos, las burlas, los prejuicios, los rechazos, las infidelidades, los abandonos, desde allí fluyen las palabras de aquello que tengo bajo llave y que no he querido volver a revisar. De todo eso que he querido olvidar para que no me lastime, sin recordar que las heridas que ya causaron aun sangran, aun duelen y las que sanaron son feas cicatrices que me recuerdan las derrotas de un pasado en que muchas veces fueron otros los que escribieron mi historia, escribieron mi "verdad". Este ejercicio nace del dolor profundo de su abandono, de la traición de quien creí mi gran amor, de las amistades que hipócritas usaron mi historia en mi contra, de esos amores cobardes que nunca maduraron y de aquellos que creyeron usarme para subir su autoestima y sentirse mejor con su mediocridad.
Este ejercicio es la forma en que intento re conectarme con ese mundo interno que tanto he cuidado, que he nutrido, que he demolido y he vuelto a construir. Nace del desespero de verme atrapada en una vida que por muy buena que sea, no es quizá lo que querría para mi; una vida en que soy puesta como peon en un ajedrez sabiendo que seré la primera vencida en un juego que no estoy jugando. Soy como el triste personaje de un libre en el que seguramente alguien más es el protagonista y yo soy simplemente "la mejor amiga", esa que forma parte de la historia, que es casi invisible, completamente irrelevante para el guión. Escribir esto viene desde mi necesidad imperiosa de gritarme de frente, que soy yo quien debe escribir mi vida y que los demás son los personajes secundarios. No quiero seguir en una historia donde los importantes son los otros, mientras yo quedo desdibujada de mi propia historia.
Este es solo un ejercicio en el que escribo para decir, que no puedo seguir posponiendo mi vida en pro de la vida de alguien más. Que no debo además seguir esperando a que sea lo que el otro quiere lo que marque mis decisiones, no importa que tan correcto sea NO puedo dejar en manos de alguien más la decisión de mi vida. Indistintamente del amor que profese por alguien más, no es lógico que mi vida se mueva al unisono como el de otra persona. Cada quien tiene su camino y el camino conjunto es construido, no impuesto. No se puede seguir esperando valor de quien ha demostrado ser cobarde, ni esperar claridad de quien no sabe como manejar su vida, es necesario recordar que cada quien responderá por lo que le fue dado, así que toca ponerse a trabajar por lograr ser mejor por uno mismo, para uno mismo.
Este ejercicio concluye en la parte de mi mente en donde había ocultado una verdad básica: "MUCHOS SE MUEREN PERO POCOS VIVEN", y es necesario que mi yo entienda que no todo se puede de una vez, pero mucho se puede con trabajo y que si estoy agotada del mundo que me está cansando, debería volver a hacer este ejercicio donde de forma franca y honesta, con lagrimas y enojada me recuerdo que estoy aquí, que no me he ido, que me he ocultado del mundo pero que no he muerto.
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