martes, 20 de octubre de 2020

¿POR QUÉ ELLA?

Desde el comienzo de esta historia, justo cuando me dí cuenta de lo que sentía por ella, mi primera reacción fue preguntarme:"Por qué ella?". Esta pregunta dio vueltas en mi cabeza día y noche por un buen tiempo, intentando explicar lo confuso de mis sentimientos, minimizando todo lo que estaba sintiendo y sirviendo como una negación a la posibilidad real o al solo pensamiento de que pudiera pasar algo más. 

Cuando finalmente acepté mis temores, vencí mis inseguridades y entendí el "porque ella", quise compartir mi más reciente descubrimiento con aquellos cercanos a mi. Armada de mi recién descubierto valor y de todas las explicaciones que justificaran mis sentimientos hacia ella, me enfrenté una a una a aquellas personas a quienes quería comentar lo que estaba sintiendo y mis inmediatos planes de conquista para conseguir que ella me notará y al igual que yo aceptará que sentía lo mismo y quería estar junto a mi. Fueron duras batallas con algunos de mis  amigos e inevitablemente cuando les contaba, salía a flote una frase que ya me era conocida y que pasaría a formar parte inevitable de nuestra historia. De manera inquisitiva como con la necesidad de abrirme los ojos ante un error o de llamar mi atención sobre lo disparejas que eramos, preguntaron mis amigos una y otra vez: "¿Por qué ella?". Fueron tantas las veces que armada de mi amor por ella, recité a mis amigos las cosas bellas que veía, cada gesto, cada una de las características particulares que hacían que para mi no hubiera otra opción sino ella. 

En cada carta que le escribí y nunca le entregué, cada poema que escribí inspirada en ella, cada dibujo que hice queriendo plasmar su escencia y en el brillo de mis ojos que tímido se escapa en cada mirada que de forma cómplice compartíamos, se explicaba una y otra vez como si se tratara de un mantra, los motivos por los cuales era ella y nadie más. Y me repetí cada uno de mis motivos y me encargué de tatuarme en el alma que ese "¿Por que ella?" que de manera a veces prejuiciosa salió de los labios de aquellas personas a quienes les compartí esta ilusión, era una pregunta injusta, irracional, innecesaria, incomoda, inadecuada, estúpida, vacía y dañina, llena del desconocimiento de aquellos que no sabían como yo quien era ella y que en consecuencia no podía entender porque mi terquedad al querer insistir en hacer mía esa ilusión y hacerla a ella parte de mi vida, de mi alma. 

Ni siquiera cuando ella amarrada a sus temores e inseguridades me dejó con la vida partida en dos, pregunté a mi corazón: "¿Por qué ella?" y es que estoicamente decidí que por amar como la amaba, valía la pena cada dolor y como la vida misma me mostró tenerla mediocremente como la tuve y haberla perdido de una forma tan cruel, me hizo más fuerte, más sabía, me dio la claridad para entender que a pesar de todo, en mi vida no existiría otra ella y que cada razón por la que era siempre ella, no había desaparecido y fue así como esa historia se hizo una gran parte de mi.  

Hoy después de tanto ires y venires, tantos encuentros, desencuentros, búsquedas, olvidos, pensamientos, añoranzas, rabia, perdón, hoy después de todo lo que he vivido en mi historia con ella, finalmente superando temores e inseguridades parece que es mía y ciertamente yo soy suya, yo nunca he dejado de ser suya. Y justo en el momento en que las estrellas se alinearon y mi ilusión pasada se está convirtiendo en una alegría presente, surge en mi mente aquella pregunta que por tanto tiempo acallé con mis razones y motivos: "¿Por qué ella?". 

Y mientras compartimos esos momentos de silencio, la observo callada, distante, etérea; mi mente divaga en un sinfín de palabras que le gustaría decir, pero que por una prudencia autoimpuesta prefiere callar y es así como se forman sonetos, poesías, cuentos, relatos de todo tipo en los que la protagonista es ella, su sonrisa, sus ojos, cada gesto que hace, cada mirada que me da. Pero con todo y esto vuelve a mi cabeza la pregunta que se repite cada vez más: "¿Por qué ella?"

Intento como antes repetir mi mantra en donde enumero todas las razones y motivos por los que siempre ha sido ella y nadie más, listo una a una las cualidades, los rasgos, las acciones, cada cosa que me enamora, que me hace sentir que no importa cuanto intente buscar para mi no hay otra que no sea ella, solo ella y nadie más. Pero entre sus inseguridades y dudas, su orgullo, su timidez, su necesidad de no sentir y su temor por estar sintiendo, su negación, su cobardía, el temor por vivir entre sentirse mía y querer ser solo suya, se acalla la voz de mi corazón que como un mantra repite una y otra vez porque puede ser solo ella y nadie más, dejando a la voz de mi conciencia que alimentada por todo esto repite cada vez más fuerte la pregunta que por tanto tiempo enfrenté y acallé: "¿Por qué ella?"

"¿Por qué ella? ¿Por qué ella?", replica en mi mente una y otra vez. Y entre este ejercicio agotador de repetir mi mantra interno intentando acallar esa pregunta, reafirmar mis sentimientos, aceptarla, aceptar las circunstancias en que estamos y seguir con mi vida he llegado a tener un pensamiento que me aterra más que la pregunta misma y que ya es inevitable tener: Mi temor siempre fue perderla, nunca había confrontado tan de frente el temor de tener que dejarla ir. 

Cuando llega ese pensamiento la miro y siento de nuevo que estoy dispuesta a afrontar lo que sea, porque no hay otra si no es ella, pero al mismo tiempo pienso que en esta historia las certezas y seguridades siempre han sido mías y que puede no ser cuestión de lo que se siente, es solo que a veces parece que para ella soy solo una opción más que le ha puesto la vida y que quiere aprovechar, una circunstancia intrascendente que puede no estar mañana sin que haga más falta de lo que hice antes. 

No importa cuanto repita mi mantra, sé que está pregunta se gesta en mi alma al ver que sin importar las seguridades que ofrezca no son suficientes para que ella decida del todo aceptar que solo puedo ser yo en su vida, solo yo y nadie más. Y mientras en el silencio de mi corazón, la pregunta que ya no sé como batallar persiste y se repite una y otra vez: "¿Por qué ella?" 


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