La mayoría de los procesos que he vivido, en los cuales me ha tocado dejar de lado algo que me amaba pero que me hacia daño, transcurren en un principio con una sensación de descontrol, de ansiedad, de miedo, tristeza, frustración, desesperanza, ira, desaliento y cansancio. Sin embargo pocas veces recuerdo esta sensación de libertad que llega cuando se supera de a pocos las ataduras, las amarras emocionales que me impiden (en un principio) aceptar el nuevo principio de realidad: que eso que tanto amaba no está y no estará.
Así me siento ahora que he superado la primera fase de mi proceso de desintoxicación de tu mal habido amor. Puedo respirar profundo, el pecho ya no lo tengo cerrado, ya no existe esa carga emocional del sufrimiento que mantenerte en mi vida a cualquier costo me venía causando. Con tu ausencia llegó la soledad, pero con la soledad llegó la claridad, regreso de a poco la esperanza y ahora todo parece un poco más brillante aunque no estas. No niego que hay cortos periodo de tiempo en los que mi cabeza inquieta se pregunta por ti, por como estas, pregunta insistente si me extrañas, si te duele esta distancia, pero el sano juicio vuelve rápidamente y de una forma honesta acalla esos pensamientos recordándome que nada de eso vale ahora la pena porque está claro que sin ti en mi vida hay paz.
Ese bendito temor a la distancia, ese miedo que tenemos de dejar atrás lo que pesa, como si el dolor fuera el valor agregado que no queremos dejar pasar. Ridículo masoquismo al que nos exponemos cuando anteponemos al otro en nombre del amor, aun cuando el llanto es constante, cuando esos momento de corta alegría se ven inmediatamente ensombrecidos por el grito cruel de la realidad. Nadie puede tapar el dedo con el sol, pero cuando se "ama" se puede pretender por un tiempo que aquello que lastima, que lo mucho que duele, que lo que hace daño no importa porque lo realmente importante es ese otro que decidiste amar.
Ahora con la distancia llego finalmente la calma, la tranquilidad, la paz...la esperanza reverdeció y ha logrado cubrir mi alma con esta agradable sensación de que una vez superada la tormenta puedes sentarte a disfrutar del sol, a contemplar el hermoso arco iris...a respirar profundo el aire puro que te rodea...ya nada contamina, finalmente eres libre de ese terrible hechizo y puedes ser tu, puedes buscar tus metas, perseguir tus sueños...ser feliz con pequeños gustos...puedes permitirle a alguien más enamorarse de tu sonrisa.
El temor ya no es a vivir sin ti, sino a querer vivir contigo. El dolor ya no es tenerte lejos, es pensar en mantener algun tipo de cercanía. Lo desesperanzador ya no es un presente sin ti, sino un futuro a tu lado. Cuando te atreves a quitar de tus ojos la venda que por tanto te tenía cegado, aceptas el mal que te hacías, el daño que hicieron, el martirio que viviste y te das cuenta que para ser feliz el mejor ejercicio es aprender a decir !!ADIÓS!!
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