martes, 4 de octubre de 2011

40 días en el desierto. Día 1: Inicio de un largo camino.


No es secreto para nadie y mucho menos para las personas creyentes como yo, la historia de los 40 días en el desierto que tuvo que soportar Jesús antes de empezar su misión redentora en el mundo. 40 días en los que al hijo de Dios se le tentó con todo aquello que cualquier ser humano desearía tener: Poder, riqueza, prosperidad, vida eterna. Y ahora yo, una simple criatura del Señor, una más como todos ha sido arrinconada por el mundo hasta este espacio llamado "desierto", y aunque un poco cansada por todo el camino que me trajo hasta aquí tengo la esperanza que este duro camino que me toca recorrer, me prepare apropiadamente para poder cumplir con mi propia misión en esté mundo.
Llevo a cuestas, sentimientos de resentimiento, de enojo, de cansancio, de dolor, de un malestar profundo que solo proviene de mi propia incapacidad de responderle a quien me lo ha dado todo sin pedirme nada. No soporto ver como fallo, como le fallo a la gratuidad de su amor. Como diría San Pablo en su carta a los Romanos "...pues no hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco..." y muy a mi pesar me siento débil e inútil, como batallando en una guerra que ya he perdido contra mi propia carne. Soy humana, el pecado esta impreso en mi piel, pero también he visto las maravillas de la redención y temo no lograr nunca esa alegría plena que sienten quienes han conseguido abandonarse confiadamente en Sus manos. Me gana mi soberbia, mi lujuria, mi orgullo, me gana todo aquello que va en contra suyo, por eso espero que caminando por este desierto encuentre el sentido real de ese sentimiento perfecto que se tiene solo cuando se ha aprendido a contemplar el amor real, el amor perfecto, el amor de Dios.
Para este viaje no traigo nada, mi equipaje son mis propios demonios, esos que espero exorcisar de a poco. El peso de estos cadáveres que llevo a cuestas, estas culpas, estos malditos sentimientos que me mantienen atada entre el deseo de serle fiel y servirle sólo a Él y el llamado del mundo convenciéndome de ceder a sus placeres. Tendré que caer, comer tierra, pasar hambre, pasar sed, me dolerán los pies, mi corazón se detendrá por tanto dolor y querré renunciar, pero está vez no puedo, está vez me debo a mi misma el brindarme la oportunidad de perderme en su presencia para encontrarme finalmente. Como diría Serrat "...caminante no hay camino se hace camino al andar.." recorreré las sendas que Él me indique y cuando sienta -como en este momento- que el mundo me ha dejado sola, entonces como Él lo hizo oraré, me abrazaré más fuerte a esta cruz que es bendición y recordaré que aunque todos me den la espalda, aunque nadie me recuerde, aunque quienes dicen amarme me nieguen, yo no voy sola por este camino, Él va a mi lado sonriéndome, animándome, amándome, alentándome. No hay dolor más punzante que el de la soledad, pero que alegría más grande cuando en la soledad de tu alma, encuentras la compañía perfecta que ningún ser humano te dará.
Así sin saber como, he querido seguir mi corazón, porque siento que me está hablando, porque siento que está a mi lado, porque espero ser digna en algún momento de escuchar Su voz. Me resguardaré en el sitio privilegiado que Él me ha separado, me alimentaré de Su palabra, me arroparé con Su aliento y me encontraré en Su voz. Sé que no será sencillo, sé que me costará mucho porque mi instinto está al acecho, como tigre en la selva esperando pacientemente a la gacela que se convertirá en su cena; así ronda el pecado en mi vida. Esté desierto me permitirá guardar en el silencio de mi alma, cada lección que aprenda, cada señal que me guíe, cada palabra que me regale. Habrán noches de llanto, de rabia, de resentimiento, de ira; habrán noches en las que renegaré y querré alejarme, pero sé que cuando vea el primer brillo del día me daré cuenta que todo en la vida pasa mientras se tenga disposición para luchar aun a pesar del cansancio. Deberé repetirme "No te rindas, la meta es lejana , pero vale la pena luchar para poder llegar a ella..." Mi meta eres Tú, mi amor...mi amante perfecto, mi mejor amigo, mi padre, mi hermano, mi todo. Que no se me pierda en la cabeza y que retumbe en mi corazón que mientras te tenga a ti, todo valdrá la pena, porque no hay amor más grande que el tuyo.
Esta es mi primera noche en este desierto, noche nublada, algo turbia e infestada de sentimientos, emociones y pensamientos que espero se conviertan en oración. Que guarde Señor mis sentimientos en mi corazón y que no vaya por la vida regalándole a cualquiera este amor que solo debe ser para Ti, pues sólo Tu no fallas, sólo Tu no lastimas, sólo Tu estás...Mi primera noche en el desierto, añorando un amanecer contigo e intentando guardar energías para continuar éste camino.

No hay comentarios: