Lo más asombroso que tiene la vida, es la capacidad propia que tiene de sorprendernos en todo momento y es que la vida no es plana o aburrida, es un milagro, es un regalo, es una sorpresa envuelta en amor con ganas de ser abierta y disfrutada. Dios nos da la vida como regalo; Él nos toma del barro y mucho antes de crearnos, ya nos ama, nos anhela, nos espera, nos sueña y entonces nos concede existir. No existe la suerte o el azar en cuestiones de la vida, existe un plano del camino, las herramientas para ir construyéndolo y las decisiones que tomemos con respecto a como modificar el plano. Nada pasa porque sí, eso lo creo completamente, mi corazón confía en que ese ser maravilloso que me llamo a existir como muestra de su amor, sostiene mis pasos, me guía, me muestra, me carga, me arrulla, me acompaña.
Confieso que no siempre he tenido esa confianza y que muchas veces me he visto atrapada en la absurda necesidad que tiene mi mente de pensar, analizar, dudar, cuestionar, cada paso que vaya a dar o peor aun la estúpida necesidad de litigarse, autoconmiserarse, culparse cuando ya se ha tomado alguna decisión. Es propio del ser humano temer a lo que se ignora, eso explica ese miedo genético que le tenemos al futuro. Vivimos en pro de saber con certeza el camino que nos espera, acudimos a brujas, brujos, chamanes, esoterismo, astrología (en todas sus denominaciones) horóscopos, tarot y cuanta pseudociencia nos de la ilusión de poder desentrañar el futuro. Creemos falsamente que si sabemos los que nos pasará más adelante podremos estar preparados para lo que venga, nada hay más falso que esa idea. La vida es dinámica, está en cambio constante lo cual haría que tuviéramos que acudir a estos medios diariamente para poder estar al día con las predicciones de nuestro futuro. Cuando vivimos obsesionados con el futuro tendemos a olvidarnos del presente, obviando vivir cada momento, sopesar cada decisión, tener el corazón abierto a cada sentimiento naciente, por vivir pensando en el futuro suprimimos e nuestra vida el presente, sin caer en cuenta que inevitablemente no vivir correctamente lo que tenemos afecte ese futuro al que tanto tememos y así se convierte esta situación en un circulo vicioso.
Por eso he decidido aceptar vivir esta experiencia que hoy se me presenta al máximo, porque sé que esta oportunidad que Dios me está brindando tendrá un impacto en mi futuro y que depende de mi decisión vivirla como se debería, como Dios espera que la viva. Pude haber decidido huir, rogar e implorar para que me sacara de aquí, pero si llegué hasta aquí, es porque algo debo aprender. Como diría Martin Valverde " Dios bendice hasta las malas decisiones" pero si confío en el amor maravilloso que me tiene sé que estaré siguiendo su camino, pues sólo cumpliendo su voluntad puedo responder a un amor gratuito e inmenso como el que Él siente por mi.
Estando en silencio hoy, pensé sobre una situación en particular que se ha convertido en una bendición para mi vida, pero que también me ha exigido ser menos yo y arraigarme mucho más en Él, es éste uno de los motivos por los cuales también he querido continuar este camino por el desierto, pues creo que si consigo afrontar con integridad esta prueba, seré más completa, más sana, más fuerte para poder amar como Dios quiere y aprovechar al máximo esa bendición que me puso al lado. Y es que cuando has llorado noches enteras pidiéndole a Dios, añorando encontrar ese amor que se hace necesario, ese amor que te complementa, que te acompaña, que te obliga a salir de ti para darlo todo esperando nada, el amor de pareja que por tanto tiempo deseas, es inevitable no querer ser alguien mejor cuando te encuentras en el camino con que Dios mismo ha enviado un ángel del cielo para confiarte su corazón.
El amor que Dios me ha regalado, es ciertamente algo único, atípico, podría parecer extraño, pero cuando entiendes que la lógica del mundo no es la lógica de Dios, solo te queda aprovechar las bendiciones cuando llegan (sin preguntar más), dando gracias en todo momento y recordando que la otra persona es sólo un medio más mediante el cual Dios ha decidido compartirte su amor. El fin, la meta siempre debe ser y será Dios. Justamente por las condiciones atípicas de ésta relación, el mundo ha querido dañarme, las personas han creído que pueden juzgarme y por un amor (que aun no entiendo) me he convertido en objeto de criticas y juicios, señalamientos y acusaciones que me han dañado y han puesto a prueba mi fe. Cada vez que escucho un comentario, una critica o algo en mi contra, recuerdo como Jesús durante su audiencia con los fariseos y los ancianos del pueblo, respondió sabiamente a estas acusaciones, a cada golpe que le propinaban injustamente y aunque me cueste (pues mi orgullo y mi soberbia son altas) intento al máximo concentrarme en las muestras de amor que Dios me da a través de estas situaciones.
Nadie dijo que amar fuera fácil, de hecho he empezado a sospechar que cuanto más amas, más te duele, pero también existe un gozo más grande. Siempre he sido insegura, solo hasta hace poco he empezado a descubrir el verdadero valor que tengo, la persona maravillosa que soy (aun con todos mis defectos) he aprendido a verme sin asco, a no reprocharme, culparme o menospreciarme por experiencias que en el pasado me marcaron, por palabras que me convencieron de ser lo que no soy; pero a pesar de eso temo perder este amor hermoso que tengo, temo no ser suficiente y que por un error pasajero, el amor se quebrante y la fidelidad falle. No me he considerado nunca una mujer celosa, pero en este caso el celo es porque quiero procurar que nada ajeno dañe lo que Dios ha ido construyendo entre los dos. Acepto que ciertas cosas del pasado aun me atormentan (como cierta falla que fue cometida con alguien hace un tiempo) y confieso que eso aumenta mi inseguridad, pero aunque me encantaría poder prohibirle todo contacto con ella, en medio de la molestia que su amistad me genera recuerdo que el amor se debe vivir en la libertad del otro; que como diría San Pablo "...para ser libres nos liberó Cristo..." y que si Dios siendo quien es no toma decisiones por nadie, pues yo tampoco puedo asumir esa posición, porque por sobretodo el amor sin confianza no es amor y el amor que pierde libertad como una llama sin oxígeno está destinado a perecer. Con situaciones como está es que siento que Dios me da bofetadas como diciéndome: "Deja la soberbia, el orgullo y la altivez, acepta humildemente que no sabes amar y solo así dispondrás realmente tu corazón para empezar a aprender..." Amo ese amor responsable que "papadio'" tiene conmigo.
Ya está cayendo está noche en el desierto, el silencio se hace profundo, la oscuridad va absorbiendo con su manto la luz del día, la luna aun no aparece, pero el cielo despejado me permite regocojarme en la majestuosa belleza de las estrellas y me permite contemplar la hermosa luz que despliegan. Entonces pienso en ese pasaje del evangelio de Mateo en el que Jesús dice: "Ustedes son la luz del mundo." y reflexiono porque cuando se está en una oscuridad tan profunda logras contemplar la belleza real de la luz y es que a veces estamos tan acostumbrados a ella que pasamos por alto su belleza, pero cuando nos falta y la vemos tenuemente entendemos verdaderamente lo maravilloso de su belleza. Así termina mi noche en este desierto, abrazada por el cansancio y el sueño, arropada por la brisa cálida del soplo de Dios y acompañada por el hermoso brillo de un grupo de estrellas que esta noche velaran mi sueño regalándome su luz.
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