De forma poco usual, esta noche que empezo siendo fria, se torna de repente calida. El aire tibio gira a mi alrededor y complementa de forma perfecta el sonido mudo de lo vacio del parque. La tenue luz de una lampara ilumina su rostro y la penumbra intenta suavemente delinear mi rostro en su pupila, pero su efuerzo parece vano, pues al ver sus ojos solo la historia de un pasado no muy claro es lo que se revela.
Mi presencia parece inquietarlo un poco, parece ser que lo pone nervioso sentirme tan cerca. Noto en su rostro ese rasgo caracteristico que demuestra la inquietud que lo embarga y el temor que en el fondo del corazón toma forma y se hace - mientras me mira - cada vez más obvio. Creo que en el fondo teme más a su ser que a mi obvia naturaleza muerta. Su mirada curiosa lo delata, su corazón late rápidamente y su mente divaga entre el temor que ahora es obvio y el deseo que tanto lucha por ocultar.
Yo simplemente me albergo en su calida mirada, esperando lograr con ello la compañia que tanta falta me hacía y que en su ausente presencia encontré. Una sensación desconocida o ya no recordada, toma forma en mi ser y entonces tengo miedo, no quiero perderme de nuevo entre el estupido deseo de compañia y mi realidad vacia de frio constante y soledad necesaria. Cerrando los ojos deseo que pasé el momento para volver - como siempre - al principio en el que solo permanezco yo abrazada a mis recuerdos, atada a mis deseos y arrullada por mis recuerdos.
Algo va a pasar, lo presiento. Esta noche no será como todas, ocurrirá en algún momento, lo sé. Su corazón se acelera y noto en su rostro un rasgo de desición tomada, que hasta hace un momento era inexistente. Es asi como sin aviso previo, toma mi rostro entre sus manos y sin temor de más, sella su curiosidad con un beso. Su inquietud disminuye y yo permanezco inmovil, sin reacción alguna, con una sensación de culpa que no cede sino ante la certeza de saber que al menos por este momento es mio.
Su tono pausado al hablar me indica que no fue una desición impulsiva sino más bien algo premeditado. Mientras escucho sus palabras pienso que el temor que sentía antes debía seguirlo sintiendo, pues dentro de poco el monstruo que llevo dentro saldrá a la superficie y entonces sin explicación de más terminaré en un beso su vida. No importa cuanto demoré ineviteblamente pasará: lo haré presa de algo más que mi deseo de tenerlo, será presa de mi instinto y entonces morirá.
El amanecer va mostrando sus visos y detras de la montaña se dibuja la verdad oculta de mi ser. Debo hacerlo rápido o ya no podré. Creo que lo presiente, el temor se apodera de nuevo de su rostro, pero recibe mi beso en calma como quien tiene la certeza que muriendo vivirá.
Mi presencia parece inquietarlo un poco, parece ser que lo pone nervioso sentirme tan cerca. Noto en su rostro ese rasgo caracteristico que demuestra la inquietud que lo embarga y el temor que en el fondo del corazón toma forma y se hace - mientras me mira - cada vez más obvio. Creo que en el fondo teme más a su ser que a mi obvia naturaleza muerta. Su mirada curiosa lo delata, su corazón late rápidamente y su mente divaga entre el temor que ahora es obvio y el deseo que tanto lucha por ocultar.
Yo simplemente me albergo en su calida mirada, esperando lograr con ello la compañia que tanta falta me hacía y que en su ausente presencia encontré. Una sensación desconocida o ya no recordada, toma forma en mi ser y entonces tengo miedo, no quiero perderme de nuevo entre el estupido deseo de compañia y mi realidad vacia de frio constante y soledad necesaria. Cerrando los ojos deseo que pasé el momento para volver - como siempre - al principio en el que solo permanezco yo abrazada a mis recuerdos, atada a mis deseos y arrullada por mis recuerdos.
Algo va a pasar, lo presiento. Esta noche no será como todas, ocurrirá en algún momento, lo sé. Su corazón se acelera y noto en su rostro un rasgo de desición tomada, que hasta hace un momento era inexistente. Es asi como sin aviso previo, toma mi rostro entre sus manos y sin temor de más, sella su curiosidad con un beso. Su inquietud disminuye y yo permanezco inmovil, sin reacción alguna, con una sensación de culpa que no cede sino ante la certeza de saber que al menos por este momento es mio.
Su tono pausado al hablar me indica que no fue una desición impulsiva sino más bien algo premeditado. Mientras escucho sus palabras pienso que el temor que sentía antes debía seguirlo sintiendo, pues dentro de poco el monstruo que llevo dentro saldrá a la superficie y entonces sin explicación de más terminaré en un beso su vida. No importa cuanto demoré ineviteblamente pasará: lo haré presa de algo más que mi deseo de tenerlo, será presa de mi instinto y entonces morirá.
El amanecer va mostrando sus visos y detras de la montaña se dibuja la verdad oculta de mi ser. Debo hacerlo rápido o ya no podré. Creo que lo presiente, el temor se apodera de nuevo de su rostro, pero recibe mi beso en calma como quien tiene la certeza que muriendo vivirá.
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