martes, 31 de marzo de 2020

SOBRE EL AMOR EN EL TIEMPO DEL CORONAVIRUS


Como creyente considero que Dios se vale de herramientas, de instrumentos para hacer nuestra vida más sencilla y llevadera en concordancia con cada una de las situaciones que se estén viviendo. En este momento de incertidumbre, temor, desesperanza por lo que acontece en este mundo que enfermo parece haberse rendido ante un enemigo microscópico que pocas veces mata, pero que indiscutiblemente ha logrado llegar a la médula de la sociedad robando el optimismo, la calma o paz matando así nuestra alma, resulta refrescante ver como el amor se resignifica y es lo que ha dado fuerza cuando la fragilidad de esta condición humana, finita se hace evidente. 

Yo en mi permanente necesidad de sentirme autosuficiente, de creer que no dependo de nadie y que solo yo me basto para estar bien, he podido experimentar estos últimos meses y particularmente durante este tiempo de crisis la bendición de sentir a esa persona que tanto amo conmigo a pesar de la distancia. Mi debilidad es grande, soy frágil y esta situación ha logrado tocarme fibras que no muy seguido se mueven, situación que me ha llevado a sentir miedo de que pueda ser parte de la fatal estadística de este "bichito" que no mata mucho, pero que cada vez mata a más.

Y es que sería injusto que después de 15 años de amarla, de esperarla, de añorarla, de sentir como mi vida es más completa si está ella, un ser microscópico me ponga en jaque despertando en mi el temor de perderla, de que esto que tanto he esperado, que he soñado, que he querido pudiera no realizarse por un circunstancia que no es nuestra, que no controlamos y a la que inevitablemente estamos expuestas. 

En medio de esta fragilidad que tanto me cuesta aceptar, es importante destacar que la valentía que tengo para afrontar este mundo, para seguir en calma, procurando mantener la cordura que a veces parece que se escapa, se debe a su presencia. Esas largas conversaciones que tenemos, en donde puedo ser yo sin el disfraz que el mundo pide, en donde de forma genuina he reído y he llorado; el poder verla a diario, ver su rosto mientras alguna veces en silencio la observo como queriendo tatuarme en el recuerdo el tono verde de sus ojos, el brillo de su mirada, la timidez de su sonrisa, el color de su piel, el sonido de su voz, son esos momentos los que me han devuelto la cordura y me han dado paz.

Temo perderla por el motivo que sea, me aterra que ahora que finalmente la escuché decir lo que por tantos años esperé, este momento del camino nos confronte con una realidad que no podamos superar. Esta distancia me ha hecho finalmente sentirla cerca, saberla conmigo en la distancia le ha dado una nueva luz a mi vida, y es que siempre supe o al menos sospeché que mi vida es en definitiva más plena si usted está junto a mi. 

Este tiempo de miedos, dudas, incertidumbres, de pánico colectivo, de desacomodarse, de reinventarse, de reaprender, me ha permitido reencontrarme por completo con esta persona que tanto amo, persona que admiro y que extraño muchísimo así no se lo diga. Es justo ahora cuando Dios usa nuevamente a una persona que antes en mi vida fue lección y que hoy es bendición. Y es que en medio de esta tormenta mundial, ella me da paz, saberla en mi vida me alivia la carga y sobretodo me hace sentirme feliz.

De alguna forma el haberla vuelto a traer a mi vida, trajo consigo más de lo esperado y es que pocas veces me he sentido más plena que cuando le digo lo mucho que la amo y cuando me permito sentir todo esto que puedo sentir cuando ella está. Sin temor digo que mi vida podría ser más fácil, la situación podría ser más adecuada, pero nunca nunca nunca ha sido más completa que ahora que ella está aquí. Ahora puedo ser yo...por completo y es su amor el que me ha liberado. 


lunes, 23 de marzo de 2020

RETOMANDO

El sonido de una melodía ya conocida,
me acompaña mientras intento con palabras expresar
lo que mi corazón estúpidamente se ha permitido sentir.

Y es que de nuevo es mi corazón el que paga con dolor
mi maravillosa idea de traer el pasado a mi presente,
de amarrarme de nuevo inocentemente  
a la ilusión que me regala su mirada, sin tener en cuenta para nada
la dura verdad que se escapa entre sus labios. 

No haberla dejado de amar, fue mi pecado
pensarla, extrañarla, querer saber de usted
son necesidades que se vieron saciadas en el momento que usted volvió,
sin embargo con usted llegaron las preguntas, las dudas, los temores,
con usted llegó la intranquilidad que romántica se oculta para darle paso
a una infantil ilusión.

No importa como la ame,
en silencio y a distancia no funcionó antes
siendo valiente, clara y entregada tampoco funciona hoy,
o si funciona, la ambigüedad de este "nosotras" de ahora
no me permite ver con claridad si de su parte también hay amor.

Habiéndola perdido antes, habiendo sufrido el dolor de su insípido adiós
el temor de perderla nuevamente me inmoviliza
el temor de sentir nuevamente como la vida se me escapa en una palabra
no me deja tranquila haciéndome querer huir, 
pero eso es imposible cuando me amarré voluntariamente a su mirada
al verde de sus ojos que me hipnotiza 
y al sonido de su voz que me trae calma.

Quiero llamar prudencia a esa incapacidad que tiene de entregar el alma,
pues de ser cobardía, mi corazón sufriría más por ver como
a pesar de la disposición, sin importar la honestidad con que he hablado
y las seguridades que he intentado demostrarle
no soy suficientemente valiosa como para querer arriesgarse a estar junto a mi.

Usted lo vale todo y por eso todo le he entregado,
le he abierto la vida, el corazón, he desnudado mi alma
he aceptado sus heridas, sus cicatrices, sus temores
pero aun así parecer ser insuficiente para que decida
para que corra el riesgo
y sin pensarlo tanto acepte finalmente que me ama
y se decida ser feliz junto a mi.

Arriesgarse cuesta, pero si vale la pena
ese riesgo no es un salto al vacío,
es un acto de fé...