Me ahogo. Creo que finalmente el peso de mis culpas me esta aprisionando el pecho. Si bien es cierto ya no hay corazón que lata dentro, pareciera que el dolor no expresado es tanto que de a poco ha logrado dilatarse hasta ocupar del todo mi pecho impidiéndome con esto respirar. Esta noche se siente distinta a las que he tenido desde algún tiempo, pero de una forma extraña las sensaciones que aparecen son conocidas, son algo cercanas. Ahora entiendo, así se debe sentir la gente normal cuando tienen un buen recuerdo, como que el solo pensar en eso los mueve hasta ese momento que añoran, reviviendo aromas, sabores, texturas, sentimientos...si!! sentimientos, esos visos claroscuros que solo habitan en mi memoria, pero que desde hace algún tiempo no logro expresar. Debería ya haberme acostumbrado a lo vacío de la alcoba, a fin de cuentas desde que mi último amante huyendo de mi naturaleza decidió partir, no ha habido más nadie que ocupe el espacio que antes su cálido cuerpo ocupaba.
Me siento cansada. Pero no debe ser nada raro en alguien que ha caminado tanto, alguien que ha recorrido y conocido tanto, aunque deber ser atípico para alguien que ha vivido tan poco, sentir tanto cansancio. No quiero moverme, me pesan los parpados y se siente tanto el olor a soledad que si mi corazón latiera, dejaría de latir en este momento para no sentir más esta tristeza que me embarga. Estoy sola, pero acaso como no estarlo ¿quien desearía en sus cabales pasar tiempo con un monstruo como yo? Eso me preguntaba cuando miraba el brillo en la mirada de mi joven amante, pero también confirme mis sospechas cuando cansado de mi, se marchó sin decirme para donde se iba, con el brillo en la mirada opaco y el corazón herido, honestamente de haber sido él, yo también me hubiera marchado y es que siendo honesta de poder hacerlo, me abandonaría ahora mismo.
Si tuviera alma, me dolería, pero a falta de una tengo este cuerpo que a pesar de no estar vivo del todo, le duele el frío de esta maldita ausencia que se me esta tatuando en cada célula, en cada vertebra, en cada parte de mi. ausencia de fe, pues pareciera que hasta Dios mismo decidió darme la espalda y ya no sé como creer. Ausencia de vida, pues no solo porque mi corazón no lata refleja mi carencia de vida, sino que la falta de alegría en mi rostro, mi carencia emocional y mi soledad absoluta me han llevado a sentirme muerta, a sentirme vacía y estar así de cansada. Ausencia de paz, pues cada vez que cierro los ojos, el recuerdo del rostro de cada una de mis victimas me impide dormir tranquila y logra alejar la poca paz que pueda existir en un monstruo como yo. Ausencias, ausencias de todas las formas, tamaños, colores y formas son las que me tatúan el cuerpo marcándome y haciendo que duela el solo respirar.
El aire se siente más denso esta noche, pareciera el preludio de mi última cacería, aunque confieso que hoy tenía ganas de terminar el día de otra forma, dormida en el abrazo de algún buen amante, bebiendo vino para olvidar las penas, abrazando a mi familia, besando los labios de aquel que incansablemente me dice "te amo", agradecida, feliz...ja!! pero eso solo existe en el mundo infantil de las fantasías que he logrado rescatar de la podredumbre de mi alma, ahí es donde yacen escondidas por temor a ser encontradas y destruidas por lo inmundo de mi realidad. Ellas son las que me abrigan, en noches frías como estas en las que la urgencia de encontrar alimento se ve suplida por un vago afecto y un estúpido recuerdo de algo que ya no sé si volverá...
Así se siente entonces el vértigo que produce esta caída, pues cualquiera que conozca a este monstruo diría que no se podía caer más bajo, pero cuando se sigue viviendo aunque sea a medias, poniéndose de pie cada día, siempre se corre con la posibilidad de caer cada vez más y más hondo. A fin de cuentas cuando falta amor, falta vida y si falta vida siempre se puede caer más hondo.