Que noche más larga. El sueño no llega, parece que la ansiedad que me produce tenerte a mi lado ha logrado hasta quitarme las ganas de seguir soñando. Tonta yo, por creer que eras tu. No eres, simplemente no fuiste, no eres, no serás. Este amor se convirtió en lo que por tanto temí encontrar: Habito. Se nos convirtió en costumbre esto de tenernos al lado y sin hacer de este desamor un acto consciente, inconscientemente nos ha acortado la vida, nos ha robado las ganas. Será inevitable que esta misma noche, antes que el amanecer caiga y nos descubra juntos pero distantes, tu presencia se convertirá en mi recuerdo y mi deseo se verá saciado al ver inerte lo que eres aun. Me alimentaré de tu cuerpo, mientras con un gesto te hago creer que todavía habita algo de la pasión que antes existía y que desde hace tanto se agotó.
Lo he decidido, me ataré por última vez a tu cuerpo, te haré mío y dejaré que creas que soy tan tuya como antes. Me besarás esperando encontrarme, deseando que no te deje, grabando en tu memoria cada parte de mi cuerpo, cada textura, cada olor, cada caricia. Y justo hay mientras sientes que el éxtasis de saberme tuya esta casi en su cima, tomaré de tu cuerpo todo el aliento que le queda y sellaré con un beso, la última entrega que haré de mi cuerpo a ti. Y entonces mientras me observas asombrado con el terror en tus ojos y con un "¿por qué?" pendiendo de tus labios, te miraré a los ojos y sonreiré sabiendo que vencí finalmente al tedio, a la agonía de un amor aparentado, de caricias insípidas y besos vanos. Me sabré llena de ti y completamente ajena a tu ausencia. Me sabré de nuevo propia y continuaré como hasta antes de tu llegada, cazando, buscando esperanzada a aquel que entre sueños aun recuerdo y que espero re-encontrar pronto.
Giro entonces mi rostro y dirijo mi mirada hacia ti. Te veo dormido, distante y aun tan bello, tan inquietante. Cerrando los ojos te doy un beso, tu te sorprendes hace ya mucho tiempo que no hago eso y sin temor de más me tomas entre tus brazos, aprontándome fuerte con las ansias de saberme tuya y de no querer perderme. Por más que quiera llorar no lloro, pero me refugio en el brillo de tus ojos y en lo cálido de tus caricias. Esta noche será definitivamente el momento en que sin temor de más y quizá con algo de malestar, decida quitarte la vida, para poder con ello rehacer la mía.
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