sábado, 2 de enero de 2010

ENCUENTRO CONMIGO



Perdida en mi mirada
encontre a la niña dulce

que una tarde sombria

perdí.

La encontré cortando rosas

y llorando espinas

soñando con cuentos de hadas

entres nubes de papel.

La encontré sentada
sola y sonriente

mirando el horizonte

esperando el atardecer.


La tomé por el brazo
con unas ansias inmensas de saber que sí era ella,
pero al darse vuelta me di cuenta

que su rostro no era otro
que el rostro del ayer.

Vi en sus ojos esperanza
y la dulzura que había en su alma

me conmovió tanto y tan al fondo,
que mirando mi reflejo en sus ojos

una lagrima derramé.

Tomó mi rostro entre sus manos
y mirandome a los ojos
con una sonrisa en los labios

todo mi dolor se llevó.
Me abrazó calidamente e inocentemente,
me brindo en silencio el consuelo
que mi alma necesitaba
para continuar.


En cuanto tomo mi mano supe,
que en ese preciso momento
ella, mi reflejo

me llevaría a mi final;
pero con la valentia de mi lado

y la libertad que da el amor
seguí a mi callada amiga

hasta donde ella quería llegar.

Y me llevo hasta un bosque
donde las hadas jugaban
y se escondían timidamente

tras los rayos de luz.

Y recordé como cada noche
cuando todos duermen y el cuerpo descansa,
mi alma curiosa volaba entre la luna y las estrellas
hasta casi ver el sol
para llegar finalmente a ese planeta
a donde solo podía ir yo.

Noches aquellas!!
cuando era la luna quien escuchaba mis penas
y el vaiven de las olas
eran mi melodica canción.


Recordé en un instante
aquel caballero andante

cuya arma era el coraje

y su más grande virtud era la pureza de su corazón.
Recordé el brillo en sus ojos
y el calor que su sonrisa daba;
la seguridad que sus brazos me confería
y esa ternura que yo tanto amaba.


Recordé aquella tarde
en la que el ocaso fue testigo
de un adiós que mi alma odiaba;
mientras callada y perdida,
herida y confundida
miraba con desconcierto
como mi flamante caballero se marchaba.

Hoy mientras estaba
perdida en mi mirada

reconocí ese grito alto
que hace mucho no escuchaba.


Hoy escuche por última vez
el canto de sirenas y hadas
que en mi vida había,
pero que se fueron con tu partida.

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