Y bien...de nuevo sentada escribiendo sobre ese tema que me ha torturado por ya bastante tiempo y que parece ser mi más grave adicción: EL AMOR. Recientemente me he encontrado en un estado de confort con mi soltería que me hace demasiado difícil pensar en como renunciar a ella para volver a entablar una relación afectiva con alguien más. No hablo de mi soledad con tono de tristeza o desespero, lo hago con el aprecio que se predica por una amiga que te ayuda a ser mejor, y es que eso justamente es la soledad para mi.
Ella a la que por tanto huí por temor, a la que desprecie, a la que odié y deseé mantener lejos, se ha hecho maestra de esta vida que ahora tengo y que amo. No es cuestión de costumbre solamente, es esta sensación de saberte plena a pesar de no tener a esa "alma gemela" al lado. Es sentirte libre, es poder darte gustos, salir, conocer, encontrar, experimentar sin tener que pensar en los deseos de otro. Así es como después de tanto tiempo de haber sufrido (en un comienzo) y haber disfrutado (últimamente) la compañía de mi amiga SOLEDAD, he llegado al punto en que por comodidad o cobardía, me resulta más fácil permanecer en este estado que arriesgarme a aceptar las opciones que me pone la vida.
Me siento en una constante disyuntiva entre la niña inocente que aun yace en mi y esta mujer que ha madurado haciéndose un poco más sabia, más confiada, más segura, más real. El estar entre mi eterno deseo de amor y la comodidad de vivir sin él, es lo que me ha hecho replantearme las realidades que conocía frente al amor. Y es que estoy como atrapada entre los ideales que por tanto defendí y este momento en el que estoy ahora: la necesidad de ser cuidada, pero no perder independencia; las ganas de que me conquisten, pero en la distancia prudente para no sentirme ahogada; el deseo profundo de poder dormir abrazada a alguien, sin dejar de lado el éxtasis del sexo; es como un tire y afloje entre el amor ideal que esperaba y el amor que deseo actualmente.
La verdad es que, aun sin prestar mucha atención a lo que ocurre a mi alrededor, he notado el interés particular de algunos hombres en mi, no obstante al notarlo siento la necesidad de huir, no continuar, de no ceder al absurdo deseo de ser el amor de alguien, haciendo con ello que quizá deba renunciar a mi. Y es que es quizá el saber que me amo más en este momento de lo que estoy dispuesta a amar a alguien más. Esta duplicidad de sensaciones, de pensamientos me ha hecho encontrarme una y otra vez con la pregunta de ¿qué es lo que quiero para mi? y la respuesta no ha resultado tan sencilla como debería.
Estoy en un estado en el que la lucha constante sobre lo que siempre he querido y lo que quiero ahora riñe demasiado y no me permite tener claridad sobre lo que debería querer. Hay alguien a quien le gusto, alguien que me encanta y no lo sabe y alguien que me gusta mucho y no está junto a mi. Así que quitando de lado todas las ecuaciones existentes, la pregunta permanece ¿qué quiero para mi? He crecido, he cambiado, he evolucionado pero aun persisten estos vestigios de mis deseos infantiles, lo que me lleva a no dejar de lado rasgos que se mantienen y que no sé como dejar.
Así que mientras me mantengo abrazada a la soledad, intentando abrir un espacio para el amor de nuevo en mi vida, debería entender que la realidad de las relaciones en comparación con mi utópica idea de lo que deben ser, debe empezar a ser mediada. No estoy esperando a que me rescaten, pero quiero que me consientan; no quiero ser asediada, pero quiero sentirme prioridad; no quiero casarme, pero quiero algo estable. Y vivir mediando de esta forma lo que añoraba, con lo que quiero ahora, resulta difícil...pero es hora de aprender!!
Si aprendí de la SOLEDAD como maestra, aprenderé a ver el AMOR de una forma real...