Malditas sean las canciones que escucho en mi cabeza y que sea como sea me recuerdan lo que alguna vez fue. YA NO ESTAS!! YA NO ESTAS!! NUNCA ESTUVISTE!! Desgraciada sea mi mente y maldito sea mi corazón que insisten en mantener atado tu recuerdo a lo que soy. Decidieron secuestrarte, haciéndote parte de mi vida, manteniendote con vida para alimentar con ello más mi dolor.
Desgraciadas las palabras que llegan una tras otra cuando tu rostro aparece, cuando por el dolor de esta ausencia impuesta me toca mantenerme con la poca fuerza que me queda de pie batallando una guerra que se batalla en un campo ya conocido: mi corazón. Aborrezco mirarme al espejo pues cuando lo hago solamente logro ver en mi reflejo, los despojos de lo que dejo tu paso por mi vida. Como las viviendas que vacias permanecen en pie por una fuerza que no se entiende, asi me mantengo yo al frente de la vida después de desastre en que me dejaste al partir.
Si hiciera un balance de lo que fuiste, concluiría - correctamente - que más que un error fuiste una desagradable lección. Una lección de valentía obligatoria, de silencio prudente, de perseverancia permanente, de soledad obligatoria, de amor desmedido, de abandono completo, de indiferencia colectiva, de cansancio permanente, de realidades malvividas, de humillaciones padecidas, de tristezas lloradas y sonrisas fingidas. Desgraciada lección de vida la que me diste y es que finalmente solamente me queda un par de recuerdos lindos empacados en falsas ilusiones y en promesas rotas.
Así se siente intentar enmendar un corazón que alguna vez creyó, pero que ha decidido ceder su derecho a sentir. Como me gustaría tener la formula mágica que te borrara de mi memoria, de mi vida, pero sobretodo de mi corazón. He esperado con paciencia olvidarte, pero parece que hay días en los que desgraciadamente tu recuerdo se convierte en mi sombra, decide acosarme, perseguirme hasta agotarme y me lleva a encontrarme nuevamente - aunque no quiera - pensando en ti.
Esta es la catarsis necesaria de aquellos sentimientos que me he negado a sacar del fondo de mi corazón: Te amo aun -eso parece - pero puede que más que amor sea costumbre, sea la maldita envidia que me corroe, sea el resentimiento profundo al ver como sin esfuerzo me olvidaste y hoy estas con ella, con esa otra que no soy yo. ¿Eres feliz? dime!!! maldita sea!! dime!! ¿eres feliz? yo me hundí en la desgracia más profunda por tener que sobrellevar tu desgraciada ausencia, pero pareciera que para ti la ausencia no fuera más que un paso más que te permite estar con alguien que no soy yo. El problema querido mio no es que no estés conmigo, es que estas con alguien más. No te extraño porque quiera que te quedes a mi lado, es porque soy egoísta y no te quiero al lado de nadie más. En el fondo me encantaría verte miserable, triste, llorando día y noche por haberme perdido por tu cobardía. Lamentate!! Llorame!! Sufreme!!! al fin y al cabo esta miseria - que debería ser mutua - es el pago por tu maldita cobardía, por mi estúpida inocencia y por nuestra maldita terquedad.
Esta es la declaración más honesta que he hecho y es que me siento más miserable por no poderlo mostrar abiertamente, pues el mundo observa, el mundo critica, el mundo te juzga y yo querido mio estoy agotada de los juicios que el mundo me ha impuesto. Esta es mi decisión definitiva, odiarte es innecesario e imposible y para mantener mi paz lo mejor sería olvidarte del todo, pero como mi memoria es en quien menos puedo confiar porque constantemente me traiciona retornandome tu recuerdo, lo mejor que puedo hacer es terminar de sanar con este maldito peso a cuestas y finalmente cuando la tormenta a cabe miraré hacia atrás, te mirare a los ojos y sonriéndote entonces veras que finalmente no eres nadie en mi vida, entonces esperaré la recompensa a mi paciencia cuando vea una lagrima correr por tu mejilla al darte cuenta inútil querido que al dejarme ir, dejaste ir lo mejor que te ha pasado en la vida.